Pajaro Silvestre

Versión completa: Origen de la Cetrería
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Los halcones son ornitófagos, es decir, se
alimentan de aves que capturan en el aire,
basando su estrategia de caza en la velocidad.
La Cetrería nace por una relación de
comensalismo en la que el halcón se aprovecha
de las piezas que levantaba el Hombre al
paso de sus rebaños de ganado. En las primeras
veces, el hombre asustaría al ave para quitarle
su presa. Más adelante mantendría esta relación por el mero disfrute de ver volar a su ave.
El tránsito de los rebaños en Asia Central o de las caravanas en el desierto, por poner dos
ejemplos, animaron al halcón a sobrevolar al hombre. Las presas levantaban el vuelo a su paso y
el halcón se ahorraba entonces muchas horas de prospección volando entre las nubes.

Un compromiso exigente y particular
Las razones por las cuales este arte cinegético ha pervivido a través de los siglos, han variado en
función de las motivaciones de los propios cetreros. En sus orígenes, la alianza del hombre
con el ave de presa permitía capturar, y por tanto comer, animales que entonces resultaban
inalcanzables. Poco después, el hombre ya disponía de otros medios para complementar su dieta.
La Cetrería se ha mantenido viva generación tras
generación hasta nuestros días. El cetrero moderno
urbano, al salir al campo a diario para entrenar y cazar
con el ave de presa, mantiene así el vínculo casi
olvidado del hombre con la Naturaleza.

¿Qué se produce en la alianza entre el hombre y el ave, para que al primero le compense
dedicar gran parte de su vida al segundo? Está claro que no es el insignificante número de presas
que puedan capturarse. Encontramos la respuesta en la reacción que provoca el animal en el
hombre. Le hace vivir emociones. Le desarrolla habilidades y valores como la confianza, la paciencia, la perseverancia, la observación, la sensibilidad, la percepción global del entorno, la
capacidad de improvisación, la humildad, la planificación de estrategias, la incondicionalidad, la
abnegación, el compromiso, la gratuidad, el respeto… la Cetrería le despierta su propia
humanidad, siendo un arte noble por desarrollar en él valores que le ennoblecen.
Un arte que ennoblece
En el Medievo, en Reino Unido, se creó el apelativo
“gentleman” para designar a quienes adiestraban al
“halcón gentle”, hoy conocido como Halcón peregrino
(Falco peregrinus).
Muchos siglos después, este término continúa definiendo en el mundo moderno a quien ha
adquirido cualidades nobles, independientemente de que atienda o no a halcón alguno.
Resulta curioso comprobar cómo culturas tan variadas, como la china, la estadounidense, la
árabe o la europea pueden allanar diferencias y compartir encuentros mirando a través de los
ojos de un halcón, descubriendo la fuerza de lo sencillo. Cómo seres aparentemente menores,
que no entienden de fronteras, ni de política ni de situaciones económicas, aúnan a hombres
cuyos países pueden estar sin relaciones diplomáticas, o incluso en guerra. El amor por las
rapaces relativiza diferencias hermanando pueblos y afianzando culturas. La Cetrería trasciende a
la cotidianeidad del cetrero, haciéndole eslabón de la cadena humana que desde hace 5000 años,
encontró en la libre alianza con el ser alado su modo de vida.
La Cetrería permite en el Hombre lo que se conoce como “un cambio de observador”. El
cetrero se convierte entonces en un cazador con dos piernas y dos alas; consigue la tercera
dimensión, la vertical, viendo el terreno de caza a través del halcón que le sobrevuela.
El Hombre se integra en la Naturaleza, cambiando su condición de observador a
participante. Se recrea presenciando y formando parte de la maravilla del vuelo de su ave, que le
ha aceptado como compañero. Disfruta de la persecución e incluso de la huida de aquella presa
que pueda merecer seguir campando por su territorio, por haber jugado mejor sus cartas en el
juego de la vida y de la muerte.
El cetrero encuentra la recompensa en el vuelo y esfuerzo del ave. Habitualmente prefiere un
buen lance sin éxito, que la captura fácil. Así se entiende que aún desplegando más medios y dedicación que cualquier cazador de escopeta, se contente con un número sensiblemente menor
de piezas.
La Cetrería aporta salud mental y física a quien la practica. De hecho, constituye el primer
deporte en la historia del Hombre ya que en el s. XIII se acuñó este término aludiendo a su
práctica (Misangyi, 1965).
Se presenta a la Cetrería como el origen de significativas
disciplinas académicas. La observación de las aves propias
y silvestres y la recogida de esta información en tratados de
Cetrería, como el realizado por Federico II de Hoestaufen
en 1248, constituyen los comienzos de la Ornitología
moderna. La atención de las dolencias de las aves cetreras,
descrita concienzudamente en estos tratados, muestran los
tempranos avances de la ciencia veterinaria. El intuitivo
análisis sobre el comportamiento y reacciones del ave de
presa ante diferentes condicionamientos, ha asentado los
cimientos de la psicología del aprendizaje (Loredo, 1995).
Despierta los sentidos, enseña humildad y entereza aportando al cetrero unidad con la naturaleza,
criterio y perseverancia. El ave de presa obliga al Hombre a mantenerse en plenas facultades para
seguirle en el campo y encontrar caza. Le descubre formas de comunicación que no se sirven del
lenguaje verbal, sino de gestos, miradas y comportamientos. La Cetrería es, en suma, “el arte a
través del cual las aves de presa utilizan y extraen lo mejor del ser humano” (Morales,
2003. com. per.)